Aquel día, a una semana de haberme erradicado en Santiago, salí de mi casa y al segundo sentí que alguien me estaba siguiendo, miré una y otra vez por sobre mis hombros nerviosamente.
Las manos me sudaban, mi corazón se agitaba, mi respiración se aceleraba y la paranoia no abandonaba mi mente.
Aquel día me convertí enemiga de mi sombra.
Las manos me sudaban, mi corazón se agitaba, mi respiración se aceleraba y la paranoia no abandonaba mi mente.
Aquel día me convertí enemiga de mi sombra.
3 comentarios:
Es cuático eso, vivir con miedo. Conozco a muchas personas así... vivir con miedo es como no vivir, es una pérdida de tiempo.
[Me puse reflexivo solo leyendo un par de líneas... bueno, supongo que esa es la idea del blog]
por las noches de pronto piso a las sombras, la paranoia parece invadir todo, hay que detenerse un poco a pensar, contener la respiracion, y dejar de masturbarse en las eternas cosas,.. todos andamos un poco perseguidos... ¿no?, cual caminos no trae ese aire de nerviosismo.?
Ya sabes lo que dicen algunos, que a los enemigos, hay que tenerlos mucho más cerca que a los amigos...
Un saludo!
Sigo la pista de este blog....
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